Exposición permanente - Museo del Carlismo

Exposición permanente


La exposición permanente recoge la historia del carlismo desde sus orígenes hasta 1977 en doce ámbitos, once de ellos cronológicos.


El carlismo como movimiento histórico


Europa y América del Norte experimentaron en la segunda mitad del siglo XVIII profundos cambios políticos y sociales (revolución) que, sin embargo, no fueron apoyados por toda la sociedad lo que originó, a finales de ese siglo y en el XIX, un movimiento contrarrevolucionario de gran amplitud en el que se integra el carlismo. Ambos comparten algunas características, como el legitimismo, la defensa de la religión y el rechazo al racionalismo revolucionario. Sin embargo, el carlismo presenta una peculiaridad: su larga duración. Su capacidad de adaptación hizo que perviviera, mientras que el resto de los movimientos contrarrevolucionarios de desvanecías durante la segunda mitad del siglo XIX.

Batalla de la Primera Guerra Carlista - Francisco de Paula Van Halen y Maffei, 1841. Batalla de la Primera Guerra Carlista - Francisco de Paula Van Halen y Maffei, 1841.
Trincheras carlistas - José Cusachs y Cusachs, 1888. Trincheras carlistas - José Cusachs y Cusachs, 1888.


La crisis del Antiguo Régimen y la formación del carlismo. La primera guerra carlista, el período de entreguerras y la segunda guerra carlista


En 1808 se produjo la reacción contra las tropas francesas en defensa del destronado Fernando VII y de una religión en peligro. Se trató también de una respuesta contra el extranjero que dio un carácter nacional a la Guerra de la Independencia. Su final significó el triunfo del absolutismo. Sin embargo, el reinado de Fernando VII tuvo que afrontar el giro revolucionario de 1820 y la consiguiente insurrección armada realista, así como los levantamiento ultra absolutistas de los últimos años. En este ambiente de enfrentamientos, continuo desde la Guerra de la Independencia, se produce la disputa jurídica acerca de quién tenía derecho al trono, el hermano de Fernando VII, el infante Carlos Mª Isidro de Borbón, o la hija de aquel, la princesa Isabel.

Los sucesos ocurridos en toda esta época son relatados, con detalle, a través de mapas e interactivos. A este período corresponden muchas de las piezas más importantes que se muestran en el museo, como banderas (entre ellas, la Generalísima) y uniformes. Junto a ellas, bajo el título el arte en la guerra, se exponen cuadros de escenas de ambas guerras realizados por Van Halen, Benlliure, Estevan, Cusachs y Salaberría.

Bandera “Generalísima”. <br/>Depósito del Partido Carlista
Boina blanca con bordado “Carlos VII Rey”.<br/>Depósito del Partido Carlista
Dolmán tipo “Attila” perteneciente a Carlos VII.<br/>Depósito del Partido Carlista


El carlismo entre siglos, la Segunda República y la Guerra Civil


La restauración en 1874 de la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II, y el final de la segunda guerra (1876) iniciaron un período de cambios para el carlismo. Se cerró un ciclo bélico iniciado en 1833 lo que obligó al partido (la Comunión) a adaptarse a un tiempo distinto en el que la guerra ya no era la principal forma de expresión.

La proclamación de la Segunda República situó al carlismo, de nuevo, como centro de atracción de diversas fuerzas contrarrevolucionaras. La Comunión Tradicionalista, se convierte en una fuerza política organizada con una gran presencia en la escena pública.

En 1936 los carlistas se suman a la insurrección militar. Los tercios de requetés tienen una destacada participación en la guerra civil.

Despedida del requeté – Gustavo de Maeztu, h. 1937. <br/>Depósito de Íñigo Pérez de Rada Despedida del requeté – Gustavo de Maeztu, h. 1937.
Depósito de Íñigo Pérez de Rada
Presentación de Carlos Hugo en Montejurra - Ignacio Ipiña, 1957. Presentación de Carlos Hugo en Montejurra - Ignacio Ipiña, 1957.


El carlismo durante el régimen de Franco y la Transición


Con la llegada del nuevo régimen, algunos carlistas se sumaron con entusiasmo al franquismo, mientras que otros rechazaron la Unificación al considerarla perjudicial para la restauración de una España tradicional y comenzaron a oponerse a la asimilación. La figura del rey había desaparecido tras la muerte de Alfonso Carlos I el 29 de septiembre de 1936 y la búsqueda de un candidato generará igualmente divisiones internas entre los partidarios “javieristas”, “octavistas” y “juanistas”, o “sivatistas”, dejando de lado el aspecto monárquico.

En los años cincuenta el carlismo asumió el acercamiento al régimen para alcanzar la sucesión al trono dentro del franquismo. En este contexto se produjo la presentación de Carlos Hugo de Borbón Parma como príncipe de Asturias en Montejurra en 1957. Durante la siguiente década se puso en marcha un proceso de “clarificación ideológica” que coincidió con una etapa expansiva del carlismo, las concentraciones de masas y presencia en los medios de comunicación.

Tras la expulsión de la familia Borbón-Parma en 1968, el “javierismo” abandonó cualquier cercanía al régimen y aceleró la evolución ideológica dando lugar al surgimiento del Partido Carlista que asumirá los principios socialistas y autogestionarios.

El enfrentamiento entre una visión tradicionalista y otra renovada tendrá como colofón trágico los enfrentamientos de Montejurra de 1976.

Con la llegada de la democracia, el Partido Carlista no será legalizado, limitando así su presencia en la primeras elecciones de 1977.

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